domingo, 7 de octubre de 2007

Indiosincrasias (Parte 1)

Criticar la idiocia de la que hace gala un enorme porcentaje de la población del país gorbenado por el cowboy (rednecks, hicks o hillbillies) es una práctica habitual entre la clase social más o menos educada y privilegiada en la que me tocó nacer y crecer. Nos encanta regodearnos con anécdotas que ponen de manifiesto su profunda ignorancia, su manifiesto desconocimiento de los temas más básicos de la cultura general, etc, y siempre termina uno preguntándose cómo es posible que los ciudadanos del país supuestamente más avanzado del mundo sean tal manga de iletrados y qué clase de educación mediocre tendrán. Pero antes de escupir en el ojo ajeno deberíamos vernos en el espejo.
Porque en el país del Arauca vibrador abundan personajes que baten todos los récords en el tema que se trata. Voy a poner dos ejemplos recientes que supongo los incitarán a la risa, y ni siquiera voy a entrar en faltas de cultura general , estas son faltas de sentido común rayanas en el surrealismo:
1. El gobierno Bolivariano quiere o quería retrasar en media hora la medición del tiempo, para estimular el biorritmo de los venezolanos y de ese modo incrementar su productividad o para que los niños se levantaran con el sol y no en las tinieblas de las seis de la mañana antes de que llegara el autobús o sencillamente para que el reloj de su presi y el de Luzbel no marcaran la misma hora, para que la Patria y el Imperio no tuvieran que ocupar el mismo huso horario (algo así como el andén 9 3/4 para tomar el tren de Hogwarts), eso da igual, lo importante es que ya oí a varias personas decir que la decisión era extraordinaria, pues permitiría a todos los venezolanos dormir media hora más todos los días. Claro, esta gente cree que, de modo exclusivo para ellos, el día tendrá 24 horas y media de duración, una variación astronómica que afectaría la duración de una revolución sobre el sol a sólo un país, todo por decreto presidencial.
2. Ya llega el temido Bolívar fuerte, y aunque dividir por mil parece la cosa más sencilla del mundo, el asunto tiene sus bemoles. Confiados después de oír por enésima vez aquello de que "ahora tu bolívar vale más", varias personas (esto lo viví en primera persona) me comentaron lo positiva que resultaba esta medida, pues ahora estarían más desahogadas económicamente. Un ejemplar (vestía corbata y flux o flus, parecía un chupatintas cualquiera, pasaba por educación media como mínimo) incluso me llegó a decir:
- Fíjese maestro, este café vale dos mil bolívares, y a partir de enero sólo valdrá dos. ¡Esa ya es otra vaina!
- ¿Y cuánto es tu sueldo? - le pregunté yo.
- Millón y pico al mes.
- ¿No has pensado que entonces tú a partir de enero sólo ganarás mil y pico al mes? - le dije yo con una suave inquina.
No, no lo había pensado. La profunda expresión de desamparo que se dibujó en su rostro me revelaba que hasta ese momento sólo había dividido por mil los precios de las cosas, nunca su sueldo. El pobre creía que de golpe y porrazo le iban a subir el sueldo mil veces, que por fin iba a darse la gran vida con la miseria que le ingresaban mensualmente. ¡Además de la media hora adicional para dormir! Bebió su café de dos mil bolívares blandos en silencio y se fue por donde vino sin volver a abrir la boca...
Ejemplos como estos los hay por milllares. No hay quien nos gane en cuanto a candidez y wishful thinking. Pero igual las misiones ponen punto final a estas desaveniencias y podemos seguir burlándonos de los gringos con la conciencia tranquila.