viernes, 23 de enero de 2009

Cambiar es lo más difícil del mundo

Creo que ha levantado suficiente revuelo y no son precisas más aclaraciones, pero por si alguien no se enteró: Primero en Inglaterra, USA y Australia, y luego en España, un grupo autodefinido como librepensador se gastó un dinero (creo que fue alrededor de € 3.000) que le sobraba para comprar el espacio publicitario de unos autobuses con el fin de colocar el siguiente texto: “Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta la vida”.

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De lo que uno se entera cuando sale a pasear

Lo primero que me sorprende es la polémica que, según la prensa, esta chiquillada nihilista parece haber ocasionado. Si todavía queda alguien que se asombre de que existan ateos, agnósticos y toda suerte de gradaciones de la fe, me pregunto en qué hueco se habrá escondido desde Feuerbach y Nietzsche, pasando por los existencialistas y los años 50, hasta el día de hoy. De inmediato surgió una asociación católica que, ungiéndose de espíritu contrarreformista, gastó más dinero en una nueva contracampaña autobusera que afirmaba que Dios sí que existía. Uno se pregunta si en estos tiempos de negra crisis no hubiera sido más productivo utilizar ese dinero para algo más constructivo (desde albergues o comidas calientes para los sin techo hasta una juerga de padre y muy señor mío, para empezar). Además, ¿dónde se encuentran los límites de la utilización del espacio público para publicar cualquier cosa mientras se pague?  ¿Tendré que leer en el futuro, mientras utilizo los transportes públicos, que Fulanita se la pega a Menganito, o que Zutanita es una furcia, o que Bamboré es la única verdad, sólo porque algún ocioso adinerado compró el espacio para comunicar sus delirios a los cuatro vientos? Supuse que el asunto desaparecería en poco tiempo de los titulares.

Pero hete aquí que hoy leo esto en El País: Los obispos creen que los 'autobuses ateos' son "una blasfemia" Según estos señores, “insinuar que Dios es una invención y que no les deja disfrutar de la vida es objetivamente una blasfemia y una ofensa a los que creen”. En primer lugar, lo de que Dios es quien no les deja disfrutar es una interpretación malévola (¿por qué será que no me sorprende proviniendo de donde proviene?), porque lo que no deja disfrutar la vida es la idea que ellos nos han vendido de que, si no cumples con lo que ellos dicen que el Dios que ellos inventaron dice, nos quemaremos eternamente. El cartel invita a no preocuparse por el infierno, pero no implica que Dios, de modo activo, impida a nadie ser feliz. Además, el anuncio no niega la existencia de Dios de modo categórico, más bien se trata autobuses agnósticos. Pero el colmo de la desfachatez es la parte de la ofensa. Lo que verdaderamente ofende a los creyentes y no creyentes por igual es, por ejemplo, (según otra noticia que casualmente también leí hoy) que en una escuela en Italia haya 25 curas acusados de violar o agredir sexualmente de diversas maneras a niños sordomudos (¿hasta cuando la Iglesia y la pedofilia?). "El prelado me sodomizó…" ¿Acaso no debían sentirse ofendidos entonces todos los pueblos indígenas con las misiones (más perversas, pues mientras que estos autobusitos te invitan a pensar y no te coaccionan, los misioneros intercambiaban tecnología y bienestar por un cambio de creencias)? ¿Es que la Iglesia nunca va a cambiar? Pero bueno, supongo que estos señores tienen un sueldo que justificar ante su cada vez más escuálida feligresía, así que dejemos que se desgañiten. Total, están en su derecho.

miércoles, 21 de enero de 2009

El sueño de Andy Warhol (parte 2)

Finaliza 2004, y una tarde de un día cualquiera Gary Brolsma regresa a su casa. A sus 19 años, la vida no debe sonreírle en la pequeña Saddle Brook, Nueva Jersey. Gary, afrontémoslo, carece de las cualidades que requiere un triunfador. Es gordo, lleva unos lentes que se ven diminutos en su mofletuda cara, seguramente le costó encontrar pareja para el prom, y en el High School tenía que almorzar junto a los nerds. Ahora tiene un pequeño trabajo en una tienda reparando computadores. Pero ese día del otoño de 2004 Gary se siente de buen humor, y decide celebrarlo grabándose a sí mismo con su webcam mientras interpreta una coreografía creada ad hoc de la pegadiza canción Dragostea din tei, del grupo pop moldavo llamado O-Zone. No entiende el texto, no sabe que el grupo es un icono gay en Rumania. Sólo sabe que disfruta doblando y bailando la canción frente a su computador, entregado a su propio one-man-show imaginario. Luego cuelga el video en internet, para hacer a sus amigos partícipes de su alegría. Pocas semanas después, la coreografía ha sido vista por varios millones de personas y Gary, de la noche a la mañana, se ha transformado en un fenómeno mediático conocido como el Numa Boy (debido al refrán de la canción). En la época del marketing, de la competencia globalizada, ¿quién da en el clavo, quién concibe aquella idea que despierta la curiosidad de los espectadores del mercado, que los atrapa, que vende? El canal de televisión VH1 vota a Gary como Greatest Internet Icon.

Gary sabe cómo pasárselo en grande.

Siguen entrevistas, artículos en revistas y periódicos, su caso es analizado por filósofos, expertos en farándula, profesores, comienza el acoso mediático. Entretanto, miles de admiradores se lanzan a producir sus propias versiones caseras de Numa Numa con sus webcams y las cuelgan en internet, algunas fieles a la original, otras diferentes o incluso hay las que se burlan y ridiculizan a Gary. El disco de O-Zone se vende como pan caliente, y Dan Balan, el compositor del tema (que ya todo el mundo conoce como Numa Numa) se inspira por Gary y le dedica el single Sugar Tunes Numa Numa. Todo esto resulta excesivo para el tímido Gary, que rehúsa responder su teléfono, se siente deprimido y desaparece del mundo.  Por lo menos durante un corto tiempo.

Porque el gusanillo del estrellato y del dinero fácil ha hecho mella en el joven. Así, en 2006 vuelve a aparecer, con su propia página web y un nuevo video (www.newnuma.com), luciendo aún más gordo que en el video original, promocionando la venta de camisetas y otros objetos. Este video ya es una producción más profesional, resulta aburrido y poco inspirado, carece de la ingenua sinceridad del primero. Pero, pese a todo, Gary vende y hasta aparecen imitadores del segundo video. Desilusionados, miles de incondicionales le piden a Gary que retorne a sus orígenes y grabe otro video en su habitación. Su deseo se vuelve realidad en el año 2007 con Numa Three: Crazy Loop, producido y grabado por Gary (quien todavía consigue engordar unos cuantos kilitos más) sobre una canción del eterno Dan Balan.

Se calcula que unas 700 millones de personas han visto la coreografía original de Gary (el segundo video más visto de internet según el Libro Guinness de los Records), estrellas de Hollywood como Elijah Wood han realizado su propia versión de la canción (para niños), y el propio Gary apareció en un capítulo de South Park, haciendo publicidad para una dieta en el Discovery Channel  (a ver si finalmente consigue adelgazar con ella) y en un video del grupo Barenaked Ladies, además de fundar su propio grupo de rock y sacar un CD titulado Weird Tempo. Sin duda, nos encontramos ante la celebridad número uno del youtube, un chico que si no millonario por lo menos se hizo rico con su actuación (así que ya parece más un triunfador, aunque siga siendo friki), y todo gracias a ese único momento de inspiración aquella tarde de 2004 que cambiaría su vida para siempre.

El efecto Mozart

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De nuevo buscando otra cosa para mi hijo, encontré esto en este blog (http://muysidrologos.blogspot.com) y lo salpimenté un poco:

Tal vez ya habréis oído hablar del "efecto Mozart", expresión que se refiere al supuesto poder transformador de la música de Mozart y sus efectos en la salud, educación y bienestar, especialmente de los niños. Recientemente los especialistas hicieron nuevas investigaciones, he aquí los resultados:

“Efecto Bach”: El niño dice lo que quiere de cuatro, cinco o seis formas diferentes y simultáneas, de manera elocuente y elegante, construyendo un todo coherente que aún después de varios años sus padres no comprenden totalmente.

"Efecto Paganini": el niño habla muy rápido y con palabras extravagantes y rimbombantes, pero nunca dice nada importante.

"”Efecto Schumann”: El niño, después de pillarse un dedo con una ratonera, habla todo el tiempo en el mismo tono. Es preciso mantenerlo alejado de las piscinas porque se lanza de cabeza en ellas.

"Efecto Bruckner" : el niño habla muy lentamente, se repite con frecuencia y adquiere reputación de profundidad.

"Efecto Wagner": el niño se torna megalómano, y repite frases específicas e insultantes, a un volumen ensordecedor, cuando quiere algo, es decir, continuamente. Secretamente alberga el deseo de casarse con la esposa de su padre.

"Efecto Beethoven": el niño padece de ataques de ira repentina, manía, depresión y se hace el sordo cuando le hablan.

"Efecto Mahler": el niño grita sin parar a todo pulmón durante varias horas diciendo que se va a morir.

"Efecto Schoenberg": el niño nunca repite una palabra antes de usar todas las otras de su vocabulario. A veces habla al revés y con el tiempo la gente le deja de poner atención. El niño opina que esto se debe a la incapacidad de la gente de entenderlo.

"Efecto Boulez": el niño balbucea bobadas todo el tiempo. Después de un tiempo a la gente ya no le parece gracioso, sin embargo a él poco le importa pues sus amiguitos creen que es un genio.

"Efecto Ives": el niño desarrolla una habilidad fenomenal para mantener varias conversaciones al mismo tiempo.

"Efecto Philipp Glass": el niño acostumbra decir lo mismo una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez... con mínimas diferencias que nadie nota.

Efecto Webern”: El niño habla en una jerigonza ininteligible, de modo breve y entrecortado. Nadie lo entiende y finalmente lo dejan hablando solo, pero a él no le importa, porque cree en su fuero interno que, cuando sea viejo, la gente hablará como él.

"Efecto Stravinsky": el niño tiene una tendencia pronunciada a explosiones de temperamento salvaje, estridente y blasfemo que frecuentemente causan escándalos en el jardín de infancia.

"Efecto Stockhausen": el niño cree que cada travesura malvada que comete (romper una ventana con una piedra, hacer explotar a una rana) es una obra de arte. Cuando empieza a hablar nadie entiende lo que dice y tarda varias horas en volverse a quedar callado.

"Efecto Brahms": el niño habla con una gramática y un vocabulario maravillosos siempre que sus frases contengan múltiplos de 3 (3, 6, 9 palabras, etc.)... Sin embargo, sus frases de 4 o 8 palabras resultan bobas y poco inspiradas.

Y claro, el "Efecto John Cage": el niño no dice nada durante 4 minutos y 33 segundos. Es el niño preferido por 9 de cada 10 profesores.

martes, 20 de enero de 2009

Aniversarios I

Las cosechas de vino varían de calidad de año en año, lo que viene determinado en gran medida por la cantidad de sol y de nubosidad de la estación, la temperatura, la humedad y un sin fin de otras variables que afectan a las uvas y entre las que se incluye cuándo se tomó la decisión de cosechar. Por eso, un vino de un año puede ser exquisito, y el del año siguiente una catástrofe.

No me había dado cuenta hasta ahora de que 1959 (se cumplen ahora 50 años) produjo sin duda la mejor cosecha de discos de jazz en toda la historia, fue el año cumbre y decisivo del género. Recapitulemos: La conjunción de Miles Davis y Gil Evans había conducido justo una década antes al nacimiento del Cool, que se convirtió durante un tiempo en el estilo dominante. Sin embargo, no tardó en surgir un grupo de músicos, conducidos por Art Blakey, Sonny Rollins y Horace Silver, que despreciaban los amaneramientos de lo que ellos consideraban una música meliflua para chicos blancos de la Costa Oeste, una traición al áspero Bebop de Gillespie y Parker (hay una anécdota según la cual Charlie Parker respondió a la pregunta sobre el origen del término Bebop que era el sonido de la porra de un policía contra el cráneo de un negro). Este grupo de músicos eran en su totalidad negros, provenían de la Costa Este (su centro era Nueva York) y desarrollaron el estilo que bautizaron como Hard Bop, arraigado en la cultura negra, beligerante y nada delicado.

En 1959 murieron Billie Holiday (la chica mala del jazz, drogadicta, alcohólica y autodestructiva, la némesis de Ella Fitzgerald y para muchos la mejor cantante de jazz de la historia, pues cuando ella cantaba la música no se oía, sino que se sentía) y Lester Young, junto a Coleman Hawkins el modelo y paradigma a seguir para casi todos los saxofonistas de la década de los 60. Los dos habían trabajado juntos, luego habían tenido desavenencias, y dieron su último suspiro el mismo año.

Es justo en ese momento cuando ven la luz los siguientes discos:

1. Kind of blue, de Miles Davis.

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El disco de jazz más vendido de la historia, calificado por muchos críticos como el mejor disco de jazz. El genial, intranquilo, innovador, cerebral Davis, el inventor del Cool, siempre en proceso de reinvención, superaba su propuesta de 1949 con esta magnífica grabación que cuenta con un personal insuperable: Cannonball Adderley en el contralto, John Coltrane en el tenor, Wynton Kelly y Bill Evans en el piano, Paul Chambers, su bajista de toda la vida y el baterista Jimmy Cobb. Es decir, contrató a los músicos más talentosos entre aquellos que se habían hartado del Cool. Davis había leído el tratado (publicado en 1953) de George Russell sobre las escalas modales y su aplicación al jazz como alternativa a las relaciones de acordes mayores y menores, y fruto de su lectura surgió esta música de estructuras armónicas complejas que rompen definitivamente cualquier relación con el Swing de los años 30 y 40. Evans, discípulo de Russell, abandonó la grabación a medias para producir su propio disco (ver más adelante). Las improvisaciones de Davis y sus músicos abandonan el centro tonal, las progresiones armónicas abandonan casi por completo el retorno a la tónica como recurso para producir la sensación de resolución. Se trata de un lenguaje nuevo, más sofisticado que la blue note, expresivo, desgarrador. Todas las canciones son obras maestras, pero So what y All Blues ya rayan en lo divino.

Mientras que el enfoque de Davis resulta radical desde el punto de vista más racional de la aplicación de la teoría musical, en 1959 se publica otro disco que revoluciona el jazz doblemente, en lo visceral y lo histórico:

2. Mingus Ah Um, de Charlie Mingus

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Charlie Mingus era verdaderamente un tipo peculiar: El Angry Man del jazz era capaz de caerle a golpes a sus músicos si no tocaban como él lo deseaba, de titular a este disco Mingus Ah Um en referencia a la declinación latina del nominativo singular de  Magnus – a – um (me pregunto cuánta gente habrá entendido el chiste), o de declarar que su contenido era “un amplio tributo a los ancestros”, de acuerdo a la tradición animista africana. Aquí Mingus se libera de cualquier adherencia a un estilo y funda el suyo propio. Todas las características de la obra posterior del genial contrabajista ya se observan aquí: La profunda espiritualidad, su compleja manera de relacionar los aspectos cognitivos e inconscientes de la personalidad humana, el sentido del humor, el interés por la música bailable, la conciencia histórica del jazz, la anarquía, la polisemia, el ajuste de cuentas. Este último aspecto es evidente en por lo menos cuatro piezas, Open letter to Duke (un tributo a Duke Ellington), Jelly Roll (que hace referencia a Jelly Roll Morton), Bird calls (a Charlie Parker) y Good Bye Pork Pie Hat (lamento por la muerte del amigo Lester Young, quien siempre utilizaba este sombrero). Estas piezas revelan que el jazz se ha convertido en un género definido, con consciencia de su propia historia, un descubrimiento que indefectiblemente alterará su posterior desarrollo. Estas canciones son la sentencia de muerte del Hot Jazz y del Swing (justo a finales de los 50, cuando se insinuaba un movimiento de revival destinado a audiencias conservadoras y blancas, que se horrorizaban ante esta nueva música negra, caótica  y degenerada). Pero quizá la mejor pieza sea Better Get Hit In Yo’ Soulblues con predicador incluido, basada en un spiritual que oyó en su infancia y en la que parece desafiar a los oyentes a sentir más que a oír. Los discos posteriores de Mingus profundizan estas búsquedas, pero en ninguno se alcanza un equilibrio de intenciones tan patente en el que nos ocupa. Otra obra maestra, jazz en estado puro.

El Cool, el Swing, el Hot… Estos géneros sufrieron fuertes reveses después de los dos discos descritos. Pero el Bebop tampoco saldría indemne del crucial año de 1959…

3. Giant Steps, de John Coltrane

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Otra obra maestra absoluta, un auténtico “paso de gigante” en la evolución del jazz. Con esta grabación el Hard Bop alcanza la madurez y su expresión definitiva. Coltrane, un músico tan perfeccionista que siempre estaba poniendo en duda sus capacidades, se sentía insatisfecho con su música y dedicaba varias horas cada día a hacer escalas, por primera vez se lanza con un disco donde todos los temas son suyos. Aquí podemos escuchar a la perfección ese fraseo tan característico de Coltrane, conocido como sheets of sound. El disco es un ejercicio de virtuosismo musical sin par, con solos cuidados, orgánicos, exigentes. Coltrane también abandona aquí definitivamente la tonalidad por la modalidad. Para mí, la mejor pieza es sin duda Naima, una balada romántica dedicada a su entonces esposa que enseguida se convirtió en un standard. Aunque la trayectoria posterior de Coltrane hacia el Post-Bop modal y el Free Jazz resulta menos accesible, en Giant Steps nos encontramos al músico en la encrucijada, tomando impulso para lo que vendría después.

4. The shape of jazz to come, de Ornette Coleman.

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Precisamente de eso trata esta grabación de 1959, titulada a modo de paráfrasis visionaria de la novela de H.G. Wells, y fundadora del Free Jazz de vanguardia. Y resulta paradójico que, mientras que Davis, Mingus y Coltrane realizaban un esfuerzo por crear un jazz nuevo, pero coherente en cuanto a sonido y estructura, Coleman grabara este disco que, según los críticos de la época, “asesinó al jazz” o “era igual al ruido producido por los animales en un granero”. Mientras que los primeros abandonaban la tonalidad por la modalidad, Coleman iba aún más lejos y se liberaba de la métrica rítmica y de la progresión armónica (y del piano), aunque logrando mantener el swing en el proceso. Las canciones comienzan con una melodía que parece convencional, luego siguen varios minutos de improvisación libre (a veces son varios instrumentos simultáneamente) y finalmente se vuelve a oír la melodía inicial. Como si hubiera llevado las improvisaciones de modales de Davis todavía más lejos, ¡en el mismo año! Un disco provocador, que cambió al jazz para siempre abriendo nuevos senderos que nadie consideraba posibles. Coleman buscaba que sus músicos se olvidaran de las reglas y se concentraran sólo en tocar, y una distendida alegría se percibe al oírlo, especialmente en piezas como Peace o Lonely Woman. Aunque el Free Jazz también evolucionó, y en comparación con discos posteriores (como A Love Supreme, la compleja obra del mismo Coltrane) suena todavía incipiente y casi hasta tradicional, no se debe olvidar la revolución que supuso en su momento.

Mientras que en estos cuatro discos uno podría interpretar un propósito modernista, de revolución y renovación a través de la destrucción o invalidación de los estilos anteriores, esta historia no termina aquí, porque otro músico todavía encontraría otra vía distinta, postmodernista, para innovar en el jazz.

5. Time Out, de Dave Brubeck.

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Aquí vale todo. El disco es célebre por su empleo de ritmos complejos, como el 9/8 en Rondo a la Turk (que toma prestado de una danza turca conocida como zeybek) o el 5/4 del tema  sumamente célebre Take Five. El alejamiento del 4/4, el típico ritmo con el swing característico del jazz, y la búsqueda de inspiración en las culturas musicales de otros países como Turquía y la India (pero también en la tradición europea)sembraron las bases del estilo que posteriormente se denominaría Jazz Fusión. La música a veces suena a jazz clásico, otras veces innovadora, en ocasiones se producen contrapuntos que invocan al siglo XVIII, luego se retorna al 4/4, se encuentran chistes y citas musicales, etc. Un collage delicioso y bien balanceado, fácil de oír y diferir y perfecto para disfrutar. Tal vez el hecho de que Brubeck fuera blanco, y no tuviera que confrontar aspectos políticos o raciales ni considerar que cada nota debía a la vez ser una declaración de principios, le haya permitido trabajar relajadamente y concebir una obra tan ecléctica y agradable. Fue un disco muy vendido (que hizo a Brubeck millonario), y los resultados de su popularidad se pueden apreciar cada vez que entramos a un café y escuchamos jazz suave de fondo.

Todavía considero que dos discos que aparecieron este año son dignos de mención:

6. Portrait in jazz, de Bill Evans

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Precisamente se trata del Bill Evans que dejó colgado a Miles Davis, y que abandonó la grabación de Kind of Blue para irse a grabar su propio disco. Aunque no apunta tan alto como los cinco discos antes descritos, Portrait in Jazz también cambió la dirección del jazz (así que valió la pena el desplante). Su personal es reducido: Bill Evans en el piano, un enorme Scott LaFaro en el contrabajo y la batería de Paul Motian. Aunque el trío de jazz como formación fija ya era habitual, hasta ahora el piano siempre había sido la estrella, mientras que los otros dos miembros se limitaban a acompañar. Pero aquí tanto el contrabajo como la batería adquieren la condición de instrumentos principales, y el resultado es esta forma colectiva, democrática, experimental, de hacer una música que resulta fascinante. Sin duda constituye el logro más acabado de Evans y es una delicia. Las piezas son en su mayoría standards, y entre ellas destacan el rítmico y dinámico  Autumn Leaves, así como las hechizantes versiones de Spring is Here y Blue in Green.

7. Cannonball Adderley Quintet in Chicago, de Cannonball Adderley.

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Vale la pena detallar la formación de este disco: Exactamente el mismo personal que el sexteto de Miles Davis en A Kind of Blue, menos el líder. Pero este disco de la banda acompañante de Davis sin Davis no tiene nada que ver con el anterior. Nada de modalidades ni experimentos. Uno se pregunta cómo un único miembro puede haber operado un cambio tan enorme, al fin y al cabo seguimos en 1959. La banda entera se encontraba en Chicago, pero el líder no pudo/no quiso (no lo sé)  participar y la grabación se llevó a cabo sin él. ¿Fue por divertirse que grabaron un disco de Bebop en el mejor estilo de Charlie Parker? Aquí el término que mejor describe los seis números del disco es sinergia y virtuosismo, especialmente entre los saxos, el contralto de Adderley (su concepción del jazz, aunque también anti Cool, era más despreocupada y lúdica; de hecho, se trata de uno de los abuelos del funk)  y el tenor de Coltrane (en realidad, el título original del disco era Cannonball and Coltrane). El conjunto es mucho más que la suma de las partes. Cada personalidad reta y estimula a la contraparte. No se nota en absoluto la ausencia de la trompeta. Mientras que el solo de Coltrane en Limehouse Blues lo deja a uno sin aliento, el lirismo de Adderley desborda en la balada Stars Fell on Alabama. Los solos de suceden sin tregua en este fantástico mano a mano de dos artistas en un excelente momento de sus carreras. Un brillante homenaje al moribundo estilo del Bebop, que representa de algún modo el brillante pasado del género.

Conclusión: Me parece casi milagroso que, dentro de la historia estética de un género artístico, se produzca tal conglomerado de contenidos y fecundidad en un mismo momento como sucedió en 1959 en el jazz: El homenaje a las formas antiguas, la toma de conciencia de su evolución, el replanteamiento del arte según diversos puntos de vista y las obras germinales de prácticamente todos los estilos que habrían de aparecer durante los próximos 50 años.  Todo al mismo tiempo. Eran gigantes, que crearon una música increíble. Como para celebrarlo ahora, 50 años después, oyendo y reoyendo estos discos, bebiendo un vino de alguna excelente cosecha, en buena compañía.

Comentario: Canciones que me enseñó mi madre

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Empezaré de modo irrespetuoso pero cierto: Debo a la conjunción de un link y un niño el descubrimiento de este maravilloso CD. A Magdalena Kožená la conocía a través de sus grabaciones de unas óperas y oratorios de Vivaldi grabados hará una década, y aunque ópticamente me pareció muy atractiva (vamos, que es muy guapa, no se trata de tu típica mezzo de 150 Kg de peso que se viste con una cortina, algo que ella sabe y aprovecha) desde el punto de vista musical me pareció apenas correcta, y recuerdo haber pensado que se había lanzado demasiado pronto al público, que le faltaba madurez, que su voz adolecía de naturalidad (les pasa a muchos cantantes de música antigua que se adaptan a la moda de la interpretación histórica). No sé si es que ahora se trata de un repertorio mucho más próximo a ella o si es que su desarrollo artístico ha continuado, pero esta grabación me parece excepcional. En realidad llegué a ella buscando obras de Janacek (compositor a quien cada vez aprecio más), a la vez que canciones de cuna para mi hijo. Según cuenta ella misma en el booklet, aunque su madre no es cantante profesional, solía cantarle todo el tiempo; parece que la buena señora disponía de una memoria excepcional y dominaba un repertorio poco conocido en Occidente. De hecho eso fue lo que me animó a hacerme con el CD, las obras de Eben, Novák, Rösler o Schulhoff (a quienes no conocía de nada), junto a las mencionadas de Janacek y las de Martinu y Dvorak (una canción de este compositor da nombre, apropiadamente, al CD). Todas canciones checas basadas en la música popular de Bohemia o Moravia. Kožená (que nació en Brno) logra un tono cálido, maduro e íntimo en todos los tracks, pero especialmente me gustaron las canciones acompañadas de guitarra de Petr Eben, un superviviente de Buchenwald y (según me desayuno) uno de los compositores más célebres de la República Checa. Creo que esta grabación podría emplearse como demostración de que las cosas más sencillas son a la vez las más bellas y las más difíciles de alcanzar. La voz, generosa, natural y casi sin impostación, apenas acompañada de un instrumento, la música a veces una nana, otras divertida o melancólica, no hace falta nada más. De hecho, al oírla tuve que pensar de inmediato en Anne Sofie von Otter, su ilustre predecesora.

Conclusión: La madre de Magdalena hizo una labor encomiable, su hija canta divinamente. Ahora me quedo con la duda de cuáles canciones deberé enseñarle a mi hijo. Le canto de todo, desde la Pulga y el piojo hasta el Winterreise, pasando por Joni Mitchell…

lunes, 19 de enero de 2009

Comentario: Hombre en la oscuridad

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Todavía me siento perplejo. La mayoría de las numerosas críticas que leí de la última novela de Paul Auster me parecen un despropósito. Que si Auster se ha fosilizado, que si ya no es el mismo, que si en su ancianidad se deleita en diálogos obscenos y machistas y esto sería un claro signo de decadencia, que si empieza una historia bien construida (aunque no dice nada) para no terminarla, que es pura forma sin ningún contenido, etc. Por suerte, no suelo hacer caso a los críticos y me leí el libro. Aunque no se trate de una obra maestra, “Hombre en la oscuridad” representa una meditada depuración de los temas típicos austerianos, como las pérdidas (los tres personajes principales de la novela son viudos o divorciados, y la vida no ha sido demasiado benigna con ellos) y cómo afrontarlas, el pasmo ante la extrañeza de la vida, las causalidades o el hecho de contar una historia y sus consecuencias. Resulta, además, tal vez la obra más crítica políticamente del autor (Bush says hello). La novela consiste en una noche de insomnio en la vida de August Brill (de 72 años, postrado en una cama debido a un accidente), quien, con el fin de entretenerse y de despistar a los fantasmas que lo acosan, se inventa una historia brillantemente narrada y llena de sorpresas, aunque al final el pasado siempre consigue la forma de inmiscuirse y volver a tomar posesión de su pensamiento. Este contrapunto entre lo ficcional y lo pasado constituye una interesante meditación sobre el hecho narrativo en sí mismo y su percepción. Aunque la historia que se inventa Brill es absolutamente descabellada, nos sentimos atrapados con su buen arte y queremos saber cómo va a continuar. Además, nos vamos dando cuenta de que casi todos los elementos de la historia encuentran un correlativo en el pasado del narrador, a modo de enrevesado rompecabezas. Sin duda, el final de la historia ficticia resulta un poco truculento, pero a mi entender es efectivo para hacernos despertar del ensueño de la ficción, para distanciarnos y permitirnos llevar a cabo la reflexión. Auster juega además con las intersecciones entre los planos narrativos (algo que, como los críticos antes mencionados apuntan, ya practicó Cortázar hasta el hartazgo, pero que aquí funciona sobre todo como elemento lúdico). En la segunda parte de la novela aparece la nieta de Brill, también insomne, y los dos mantienen, sin encender la luz, una entrañable conversación en la que el hombre le relata a la nieta los pormenores de la seducción, la pérdida y la reconquista  de la mujer que se convertiría en su abuela. La novela acaba, como era de esperarse, con la llegada del amanecer. Más allá de la perogrullada de que todos nos encontramos viviendo en una oscuridad de dudas, tentativas y búsqueda de respuestas a la pregunta de cómo se debe vivir, la novela presenta un mosaico de experiencias y reflexiones muy satisfactoria, que por suerte no apuntan para ningún lado y arrojan más preguntas que respuestas. Me parece que Kundera tiene razón cuando afirma que las novelas auténticas son aquellas que no buscan expresar nada en concreto ni moralizar, sino que se limitan a presentar ante los ojos del lector el ambiguo ámbito interior de unos personajes que le permite, empatía mediante, convertirse en ellos por unos instantes y así vivir otra vida distinta a la suya, observar el mundo desde otro punto de vista. Así es esta obra, no nos enseña nada ni tiene ninguna moraleja, pero cuando la terminamos nos sentimos más completos, enriquecidos.

Auster es un tipo más bien modesto cuando se expresa de su obra, que incluso ha llegado a comentar en una ocasión que ya había expresado todo lo que tenía que decir en cuanto novelista. Sin embargo, yo observo una evolución en la obra del escritor, que cada vez presenta su material con un tono más íntimo, meditado y esencial.

Conclusión: Recomendable, y no sólo a los fieles de Auster sino también para introducirse en su obra.

martes, 13 de enero de 2009

Comentario: El hijo del viento

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Acabo de terminar la lectura de esta novela de Hening Mankell (no sé por qué, en alemán la llamaron “El antílope rojo” en vez del título original; supongo que la traducción española se titulará “El hijo del viento”). Este hacendoso escritor sueco es muy conocido por sus novelas criminales (especialmente la serie de Wallander), pero también ha escrito una serie de novelas ambientadas en África (él vive la mitad del año en este continente). Esta relata el viaje de Hans Bengler, un tipo mediocre y fracasado y pichón de entomólogo (“Bengel” en alemán significa algo así como pilluelo, granuja, no sé si en sueco también), hacia África con la intención de descubrir un insecto para ponerle su nombre. La acción tiene lugar en la década de 1870. Después de una serie de peripecias que casi le cuestan la vida (que le permiten a Mankell criticar la pobreza y el clasismo europeos, el eurocentrismo y la despiadada colonización de África del sur que llevaron a cabo alemanes, ingleses y holandeses), se encuentra con un chico huérfano de unos 10 años, se apiada de él y toma la decisión nada meditada de regresar con él a Suecia. Después de un viaje lleno de inconvenientes, el pobre chico (Molo es su nombre, pero esto no parece importarle a nadie, su padre adoptivo lo bautiza como Daniel – aquí se le vuelve a ver el plumero a Mankell, pues el chico se pasa el libro interpretando sus propios sueños) tiene que soportar el previsible sin fin de incomodidades que implica ser negro en Suecia a finales del s. XIX, como ser observado cual insecto de la colección del padre adoptivo, oír a presuntos sabios discutir si se trata de un animal o un ser humano, ser exhibido en ferias ambulantes y o recibir las dudosas atenciones de un cura bienintencionado que pretende civilizarlo. El chico decide entonces que aprenderá a caminar sobre el agua para regresar a su hogar, y averigua que un tal Jesús era capaz de hacerlo… La novela se plantea como una curiosa road-movie por la que trascurren campesinos ignorantes, brutales colonizadores, marineros, científicos, artistas, una bella periodista, locos, un desperado y hasta el mismísimo rey de Suecia. Ninguno de ellos puede o siquiera hace un esfuerzo por entender al chico. Aunque el tema sin duda da para mucho y hay momentos entretenidos (qué piensa un nativo del desierto de Kalahari al ver la nieve, por ejemplo) y se basa en una historia real, para mí la novela no funciona. Un chico solo en un mundo cruel que no entiende, que añora volver a sentir la arena del desierto bajo sus pies descalzos, resulta triste y conmovedor, pero falla el aspecto narrativo. Mientras que la primera parte está escrita desde el punto de vista de Bengler y tiene consistencia, de repente cambia el narrador, ahora vemos el mundo a través de los ojos del joven Molo, y no resulta bien, un sueco adulto del s. XX intentando experimentar el mundo decimonónico desde la perspectiva de un niño bosquimano. Todo el tiempo se piensa: Ah, aquí está Mankell criticando o cuestionando tal o cual aspecto de la realidad europea. Además, el chico primero no habla sueco, luego de repente lo habla casi a la perfección, para después volver a no entenderlo. Y, además (Mankell no puede dejarlo), al final se produce un asesinato y dentro de la novela hay una pequeña historia criminal que, en mi opinión, sobra. Todo resulta demasiado construido, la acción no termina de fluir. Pero esto son detalles; para mí el principal problema de la novela es que, a pesar de que trata (demasiado) de evitarlo, al final resulta moralizante y melancólica en exceso (ya se sabe, el discursito del buen salvaje, etc). Nada nuevo bajo el sol.

Conclusión: Mejor permanecer fiel a la serie negra, aquí Mankell es un verdadero maestro. Prescindible.

jueves, 8 de enero de 2009

Lost & (not yet) found

El otro día me crucé con una noticia que despertó mi interés: Los gringos perdieron una bomba de hidrógeno en 1968 en Groenlandia. Uno pensaría que un objeto de tal categoría no se puede perder así como así, como quien pierde las llaves o la cartera, pero estaba equivocado. Más detalles en

Video de la BBC

Más allá de los problemas diplomáticos que surgieron con Dinamarca en la época, lo peor de todo es que el gobierno gringo aseguró que las cuatro bombas del B-52 habían sido destruidas en el accidente, y sólo recientemente (merced a una desclasificación de documentos secretos por antigüedad) se pudo saber que una de las bombas se había caído al agua. Aunque enviaron un submarino al lugar del siniestro, nunca fueron capaces de recuperarla.

Aparte de constituir un argumento fascinante para un escritor tipo Ludlum o Grisham (terroristas organizan una misión submarina y se hacen con la bomba, un agente de la CIA vence los problemas de su familia disfuncional o se impone a su alcoholismo o renuncia a la mujer de su vida y salva al mundo un segundo antes de que la bomba explote), lo que de verdad para los pelos es pensar en lo que esconden los documentos clasificados actuales de la CIA (dictaduras en Latinoamérica, guerras en Kuwait e Irak, y un largo etc) y que tal vez nunca sabremos o recién en 40 años...

sábado, 3 de enero de 2009

Lucubraciones I

Se me ocurre que los individuos se relacionan con el mundo de dos maneras. Existen quienes integran al mundo dentro de sí mismos, y consideran su ego, que todo lo impregna, como lo más importante. Entonces la realidad se convierte en una extensión subjetivada de ellos mismos, un espejo esférico con el azogue hacia el interior, el entorno velado por la proyección de sus propias entrañas. Céntricos.

Por otro lado, hay los que se integran en el mundo. Su vida interior es ligera como una pluma y cambia fácilmente de forma, así que no les resulta difícil disolverse en el continuo del mundo y la vida y dejar entrar todo lo que viene de afuera, algunos sin ninguna censura. Con el tiempo, les resulta imposible distinguir qué pertenece a ellos y qué fue puesto allí por algún otro. Excéntricos.

Ambas actitudes son contrarias y recíprocas, cada persona encaja dentro de un molde o del otro, me resulta difícil imaginar un punto medio. No son buenas ni malas.

Las preguntas son: ¿Elegimos a qué grupo perteneceremos antes de poseer conciencia? ¿Podemos cambiar de grupo en el desarrollo de una vida? ¿Vale la pena hacerlo?

viernes, 2 de enero de 2009

(Des)propósitos de año nuevo

Cada San Silvestre es lo mismo: pasamos revista del año pasado, censuramos todo aquello que no nos gusta de nosotros y nos comprometemos a cambiar. Bajar de peso, dejar de fumar, no poner más cuernos a la pareja, ganar más dinero, reactivar el blog... (Qué raro, casi siempre se trata de cambios difíciles de llevar a cabo, que implican voluntad y disciplina y a veces fustigación, vencer adicciones, nadie se propone dejar de prestarle atención a la báscula y comer lo que le apetezca sin sentirse culpable, por ejemplo, o ser feliz con menos cosas, o finalmente aceptarnos como somos y querernos a pesar de nuestras debilidades). Nos esforzamos por convertirnos en mejores personas ante nuestros propios ojos. En las noticias dijeron que sólo el 12 % logra cumplir con sus propósitos (¿cómo lo habrán averiguado?), y que la gran mayoría vuelve a caer en los antiguos hábitos a las dos semanas (es decir, más o menos el 15 de enero). O sea, que el 88 % se volverá a plantear los mismos propósitos al cabo de un año, para volver a fracasar, y así sucesivamente. Qué triste. Tendríamos más éxito si no nos esforzáramos tanto en parecernos a una idea que vaya usted a saber quién la creó y nos limitáramos a vivir y a disfrutar, cada uno como pueda.
Así que (propósito de año nuevo) aquí estoy reactivando el blog después de más de un año sin actividad. Eliminé el aspecto anterior por considerarlo vetusto y añadí una atractiva imagen. Ahora falta ver qué sucederá después del 15 de enero...