sábado, 22 de enero de 2011

El sueño de Andy Warhol (parte 3)

Su cuerpo pesaba apenas 48 kilos. De ellos, una parte importante no era carne o grasa o hueso o sangre o corazón o cerebro, sino silicona.

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Sexy Cora en todo su esplendor.

Había nacido en 1987 en el norte de Alemania. La llamaron Caroline. Cuando terminó la escuela, realizó un aprendizaje para hacerse secretaria en su pueblo natal. Se casó a los 19 años con un tal Tim W., el amor de su vida. Un idilio de pueblo de paradigma.

Pero la vida de oficina era aburrida, y ella ansiaba algo más… Retos, emociones, diversión, y por supuesto dinero. A los 13 años había descubierto el sexo con su novio y con todos sus amigos, y se había dado cuenta de lo mucho que esta actividad la complacía. De modo que, con el fin de incrementar el magro sueldo que recibía atendiendo el teléfono y arreglando la agenda del jefe, se compró una Handycam, se rebautizó como “Sexy Cora” y empezó a filmar películas porno.  ¿O fue la codicia de Tim, cual aprendiz de proxeneta, quien la llevó a este mundo?

En poco tiempo se convirtió en la reina indiscutida del porno amateur alemán. Sus ingresos superaban con creces los de su jefe, así que a éste ahora las cartas se las iba a escribir su madre. Además de practicar todas las variantes consolidadas del género, Cora exploró varias novedosas posibilidades: cámaras web, chat en vivo, encuentros del tercer tipo con los usuarios. Todo con el beneplácito de su amante esposo.

Pero no era suficiente. Nuestra chica quería progresar, entrar en la historia, hacer algo grande. Así, empezó a filmar pornos al aire libre en lugares públicos. En ellos se puede ver a los pasantes mirando con desagrado o llevándose de prisa a sus hijos ante lo que ocurría en pleno centro de Hamburgo (tuvo que afrontar denuncias y pagar indemnizaciones). Se propuso batir el récord mundial de mamadas, para lo que convocó a 200 voluntarios en un club de alterne, pero esto tampoco salió a pedir de boca (con perdón de la expresión): Después de satisfacer oralmente a 75 de ellos en 50 minutos (no quiero hacer la odiosa división) sufrió un colapso respiratorio y tuvo que ser internada en un hospital. Los 125 hombres restantes que se quedaron con las “espadas desenvainadas” tuvieron que buscar otro modo de excretar sus humores seminales, lo que no resultó muy de su agrado. Todavía quedan foros en internet donde estos mismos hombres escriben pestes sobre nuestra heroína.

Después de rodar alrededor de 200 películas (en una de ellas, que no he visto, parece tuvo sexo con 25 hombres en sólo 20 minutos, todos llegaron al clímax), llegó la oportunidad de dar otro gran salto, de darse a conocer ante el gran público: Gran Hermano. Cora permaneció 43 días en la casa. Su estrategia de cara a ganar el concurso era hardcore: Se desnudaba frente a los hombres, se duchaba con varios a la vez, los invitaba a enjabonarla, los seducía, generaba polémica con todos los participantes.

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Gran Hermano, versión alemana.

Aunque al final resultó expulsada, la misión estaba cumplida. Había llegado el momento de entrar al mundo profesional del porno por la puerta grande y abandonar los vídeos aficionados que se subían a internet.

Siempre intentando mejorar personalmente, Sexy Cora decidió optimizarse antes de empezar su carrera como actriz profesional. Se propuso alcanzar la copa “G” de sujetador, algo aparentemente muy codiciado entre su gremio, pues eleva el estipendio. Después de cinco operaciones de implantes mamarios, la sexta serviría para llevarla a las grandes ligas. Cuentan que lo último que dijo antes del entrar al quirófano fue que quería tener un hijo con su marido. El futuro parecía lleno de esperanza para Sexy Cora.

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El viudo

Serían sus últimas palabras. Porque Caroline sufrió un ataque al corazón durante la intervención, se le indujo un coma en el que permaneció durante nueve días angustiosos y finalmente falleció. Los daños cerebrales eran irreversibles. ¿Fallo en la anestesia? ¿Error médico? La policía está investigando, se practicará un autopsia. Según algunos rumores, ingería hormona de crecimiento humano y otras sustancias, y no notificó esto a los médicos. Por otro lado, parece que ya un cirujano se negó a realizar la operación, le parecía peligrosa.  La paciente tenía apenas 23 años.

Su muerte ha abierto un debate en Alemania: ¿Qué límites deben ponerse a las operaciones de cirugía plástica?

A ella todo eso ya le da igual. En cambio sus fans, afectados por la desaparición, han elevado un monumento en su memoria. No está tallado en piedra, se trata de una página web. En su portal de facebook ya se registran más de 10.000  mensajes de condolencia.

Uno de los mensajes, escrito por Gina Om: “¿Qué le hiciste? Un hombre que ama a su mujer no la envía a prostituirse, no permite que otros hombres se f*** a su amada esposa. Qué le hiciste, ella era una chica tan preciosa y buena, ¡y su amor por ti la mató!”

O Maximilian von der Heydt: “Él [Tim] la mercadeaba a cualquier precio y se compraba coches de lujo con su dinero”.

O Rebecca Aalken: “Ya lo dijo en la casa, que se sentía mal porque otras personas se arruinarían si ella abandonaba su profesión. Pero no sabemos a qué personas se refería”.

O Bianca Schenck: “Mientras ella estaba en coma, su marido llamó al Museo de St. Pauli para ofrecer su colaboración a la hora de crear una exposición sobre Cora.”

Como decía Cicerón: O tempora, o mores!