sábado, 3 de enero de 2009

Lucubraciones I

Se me ocurre que los individuos se relacionan con el mundo de dos maneras. Existen quienes integran al mundo dentro de sí mismos, y consideran su ego, que todo lo impregna, como lo más importante. Entonces la realidad se convierte en una extensión subjetivada de ellos mismos, un espejo esférico con el azogue hacia el interior, el entorno velado por la proyección de sus propias entrañas. Céntricos.

Por otro lado, hay los que se integran en el mundo. Su vida interior es ligera como una pluma y cambia fácilmente de forma, así que no les resulta difícil disolverse en el continuo del mundo y la vida y dejar entrar todo lo que viene de afuera, algunos sin ninguna censura. Con el tiempo, les resulta imposible distinguir qué pertenece a ellos y qué fue puesto allí por algún otro. Excéntricos.

Ambas actitudes son contrarias y recíprocas, cada persona encaja dentro de un molde o del otro, me resulta difícil imaginar un punto medio. No son buenas ni malas.

Las preguntas son: ¿Elegimos a qué grupo perteneceremos antes de poseer conciencia? ¿Podemos cambiar de grupo en el desarrollo de una vida? ¿Vale la pena hacerlo?

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