viernes, 23 de enero de 2009

Cambiar es lo más difícil del mundo

Creo que ha levantado suficiente revuelo y no son precisas más aclaraciones, pero por si alguien no se enteró: Primero en Inglaterra, USA y Australia, y luego en España, un grupo autodefinido como librepensador se gastó un dinero (creo que fue alrededor de € 3.000) que le sobraba para comprar el espacio publicitario de unos autobuses con el fin de colocar el siguiente texto: “Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta la vida”.

atheistbus

De lo que uno se entera cuando sale a pasear

Lo primero que me sorprende es la polémica que, según la prensa, esta chiquillada nihilista parece haber ocasionado. Si todavía queda alguien que se asombre de que existan ateos, agnósticos y toda suerte de gradaciones de la fe, me pregunto en qué hueco se habrá escondido desde Feuerbach y Nietzsche, pasando por los existencialistas y los años 50, hasta el día de hoy. De inmediato surgió una asociación católica que, ungiéndose de espíritu contrarreformista, gastó más dinero en una nueva contracampaña autobusera que afirmaba que Dios sí que existía. Uno se pregunta si en estos tiempos de negra crisis no hubiera sido más productivo utilizar ese dinero para algo más constructivo (desde albergues o comidas calientes para los sin techo hasta una juerga de padre y muy señor mío, para empezar). Además, ¿dónde se encuentran los límites de la utilización del espacio público para publicar cualquier cosa mientras se pague?  ¿Tendré que leer en el futuro, mientras utilizo los transportes públicos, que Fulanita se la pega a Menganito, o que Zutanita es una furcia, o que Bamboré es la única verdad, sólo porque algún ocioso adinerado compró el espacio para comunicar sus delirios a los cuatro vientos? Supuse que el asunto desaparecería en poco tiempo de los titulares.

Pero hete aquí que hoy leo esto en El País: Los obispos creen que los 'autobuses ateos' son "una blasfemia" Según estos señores, “insinuar que Dios es una invención y que no les deja disfrutar de la vida es objetivamente una blasfemia y una ofensa a los que creen”. En primer lugar, lo de que Dios es quien no les deja disfrutar es una interpretación malévola (¿por qué será que no me sorprende proviniendo de donde proviene?), porque lo que no deja disfrutar la vida es la idea que ellos nos han vendido de que, si no cumples con lo que ellos dicen que el Dios que ellos inventaron dice, nos quemaremos eternamente. El cartel invita a no preocuparse por el infierno, pero no implica que Dios, de modo activo, impida a nadie ser feliz. Además, el anuncio no niega la existencia de Dios de modo categórico, más bien se trata autobuses agnósticos. Pero el colmo de la desfachatez es la parte de la ofensa. Lo que verdaderamente ofende a los creyentes y no creyentes por igual es, por ejemplo, (según otra noticia que casualmente también leí hoy) que en una escuela en Italia haya 25 curas acusados de violar o agredir sexualmente de diversas maneras a niños sordomudos (¿hasta cuando la Iglesia y la pedofilia?). "El prelado me sodomizó…" ¿Acaso no debían sentirse ofendidos entonces todos los pueblos indígenas con las misiones (más perversas, pues mientras que estos autobusitos te invitan a pensar y no te coaccionan, los misioneros intercambiaban tecnología y bienestar por un cambio de creencias)? ¿Es que la Iglesia nunca va a cambiar? Pero bueno, supongo que estos señores tienen un sueldo que justificar ante su cada vez más escuálida feligresía, así que dejemos que se desgañiten. Total, están en su derecho.

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